Era extraño, presentía su propia idiotez
y lo idiotizaba su presentimiento.
Desconocía cual era la causa
que causaba el desconocimiento
Caminaba perplejo, o tal vez
lo que hacía era perplejear el camino.
Destinaba su tiempo a recorrer el sendero
y ¿por qué no? sendereba en el tiempo su destino.
No comprendía de la vida la razón
ni tampoco razonaba acerca de sus incomprensiones.
Disfrutaba las mieles de la pasión
y otras veces se enmielaba en el disfrute de los corazones.
Vivía cuasi feliz dentro de sus carencias
mientras, carecía de felicidad por vivencias presentes
Y así se ausentó un día de nuestra presencia
y presenciamos como se transformó en ausente.
2 comentarios:
Publicado en el libro Crisol de Sueños III
Hum...esto dice mucho!
Besos
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