El último tic del reloj
no llegó a ser tac.
Una gota de rocío
quedó pendiendo de una telaraña.
Mi respiración se trepó a la cornisa y
de allí se lanzó en
p
i
c
a
d
a.
La noche se vació de estrellas.
Mis párpados se enemistaron.
El sauce dejó de llorar.
El invierno de pronto fue verano.
El olmo se transformó en peral.
Se me desgranaron los ocasos...
El trigal se opacó, se cosecharon los silencios
El sol vistióse de luto, murieron los girasoles...
Agujas asimétricas
se clavaron en todo mi cuerpo
con espasmos de placer.
El trino de las aves
se alejó aleteando dejándolas silenciosas...
Las vocales huyeron de las palabras que
amontonaron consonantes en mi garganta.
Una musa
se paseó desnuda
sin llamar la atención.
Morí y nací dos veces.
Todo, absolutamente todo...
pasó la primera vez
que me ví,
reflejada
en tus ojos.
2 comentarios:
Publicado en la Antología del Taller de Verano "De la Estación"
Maria Emma: Que lindo que pusistes en marcha el blog otra vez y con un poema tan bello! Me encantó la caida en picada...jajaja
Besotes
Publicar un comentario