Degustando las aristas de la miseria,
r e s p i r a
a escasos centímetros del paupérrimo lodo.
Ay, ni mi diosito permita que
le flaqueen las fuerzas
para poder sostener
la cabeza sobre la almohadatronco improvisada
que lo separa del barro.
Vive la humedad de las sábanas...
Diarios y cartones
que exudan sus penas de alcohol y tinta.
Una colilla irreverente
se ensaña con su rostro,
ilícitamente le roba un par de pitadas.
Agradece íntimamente al
descuidado fumador,
acachuchero irrespetuoso
diluido en el humo de los tiempos.
La bendición del cielo cesa,
los haces de luz se pierden
en el i n f i n i t o,
los truenos se acallan,
la ciudad duerme...
El silencio tras la tormenta
es un arco iris profundo, inmóvil.
Tanta quietud no es incómoda
pero perturba por lo desacostumbrada.
¡Cuánta soledad! ¡Cuánto olvido!
Intenta dormir.
No siente frío.
Pero
las miradas que no ven
le calan los huesos.
3 comentarios:
Publicado en la Antología del taller de verano "De la Estación" - foto sacada de Internet.
Maria Emma: como siempre desgarrante y cierto lo tuyo! Muy bueno! Felicitaciones...te quiero mucho!
Besotes
Gracias Eliane, sos mi única fan ajajaja
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