viernes, 6 de agosto de 2010

Llanto

El peregrinar de esa lágrima
concluyó en el hueco de mis manos.
Tributo pagado por furtivas ilusiones
llovidas a tu alma, entre relámpagos de pasión.
Su humedad se consume
pero un estigma salobre
habitará para siempre
en la palma de mi corazón.