jueves, 24 de julio de 2014

Vivir sin vos

Me amaste tanto, a tu manera
y sufrí, y lloré y no entendí.
Y me faltó el aire y la libertad.
y me sentí morir en vida
¡El destino tiene caminos extraños!
Tu alma voló una tarde,
tu espíritu se despidió
en un último beso,
y te uniste al infinito
ya no puedo ni siquiera tocarte.
Y me doy cuenta que jamás
nadie me amará
como vos me amaste.
Hoy me sobra la libertad,

pero aún, me falta el aire…

jueves, 27 de febrero de 2014

Mío


Tu cuerpo de arena
                         se desdibuja ante mis ojos.
  Ráfagas candentes
                        te esparcen en todas direcciones.
    Hasta mí, llega…
                                          casi nada
      ¡Unos granos apenas!
                                  se reflejan en el espejo

                   Creo ver tu imagen.

Me lanzo hacia él,
                                                                          quebrándolo.
  Miles de estrellas en el suelo
                                                entretejen tu silueta.
    Entre cristales y arena, te busco
                                                                              No puedo hallarte.
      Tomo un vidrio.
                                             Corto mis venas…
                              Te busco.
                                        Sangre, vidrio, arena y tiempo.
Allí, al fin te encuentro.
                                       Te hago mío y

                                                                    muero.

Como el asado, la vida se cocina a fuego lento.

13 de octubre de 1972: Bajamos de la camioneta Chevrolet 34 en el campo, yo sostenía en mi mano un papel firmado por el municipio que declaraba “Permiso de cuatrerismo”. Mi abuelo escogió tres animales, el dueño estuvo de acuerdo, giré la cabeza cuando comenzaron la faena, no me agradaba ver cuando morían. Cuando volví a mirar ya los estaban cuereando. Al rato cargaron todo en la camioneta y volvimos al pueblo, de lejos vi el camión de mi papá. Pudo llegar. Ese día el asado tuvo otro sabor.

13 de octubre de 1974: No me gusta el lugar en que vivimos, aunque estoy haciendo amigos. Extraño mucho el pueblo. Con los abuelos fuimos a comer un asado a lo de mi papá, su esposa había hecho un postre tiramisú, estaba rico, el asado también.

13 de octubre de 1976: Fue un día extraño. Papi me regaló mi primer reloj. Comimos un asado sin los abuelos, a la noche sí cené con ellos. Creo que están peleados, ¡es una lástima! ya que es el primer año que está mi hermana entre nosotros. ¡Hubiera sido un gran asado!

13 de octubre de 1980: Cumplo 15. Papá y el tío Ernesto prepararon un asado para cien personas al mediodía. Estaban mis abuelos, mis hermanas... mi familia ¡Estuvo bárbaro! A la tarde llegó más gente y la fiesta continuó, pero nada superó al asado. ¡Brindo por eso! (Con gaseosa obvio).

13 de octubre de 1981: Papi estaba asando un matambre, se veía espectacular. De pronto una distracción y un perro arrasó con el delicioso corte de carne arrastrándolo por la calle y los terrenos baldíos. Con mis hermanas llorábamos, pero de risa, al ver a papá perseguir al ladino can, hasta que lo alcanzó y le sacó el matambre. No podíamos creer cuando dijo que pusiéramos la mesa porque íbamos a comer. Sí, lo comimos, luego que él lo lavara en el lavamanos de la cocina. Tenía algo de tierra, pero no importó. Fue un gran asado.

13 de octubre de 1982: ¡Un año terrible! Murió mi abuela, tuvimos una guerra, corta pero dolorosa. Comencé a estudiar en otro colegio y a trabajar en la Base Naval. Y hoy... hoy el asado fue re triste.

13 de octubre de 1986: ¡Un año totalmente desgraciado! Murió mi viejo, murió el abuelo. Estoy pasándolo sola, soñando con estar todos juntos comiendo un asado, pero no. Ya nunca más.

13 de octubre de 1989: Mi esposo me regaló mi primera bicicleta, se rió mucho cuando le pedí que me enseñe a andar, en este momento no puedo aprender. En un mes nacerá nuestro primer hijo y festejamos los dos solitos ¿el asado?, al horno porque no tenemos patio, sin embargo está tan rico.

13 de octubre de 1997: Es mi primer cumpleaños en la nueva casa, “nuestra casa”. Mi esposo y mi hijo están cocinando el asado. Mi pequeña y yo preparamos la ensalada y ponemos la mesa en el patio, “nuestro patio”. Es un asado con nuevos sabores, con nuevas esperanzas.

Así día a día voy cocinando mi vida, como el asado, lentamente al resplandor de la brasa, para que no se arrebate. Espero con ansias el futuro que me depara el destino, tal vez con buenos asados, o no...

Eso es lo maravilloso de la vida, al igual que con el asado hay que  paladear cada mordisco como si fuera el último, compartirlo con los que amamos y regarlo con el vino de la esperanza. ¿Esperanza en qué? Sencillamente en nuevos asados por venir, en el ritual de encender el fuego, comer una picada, tomar un buen vino, paladear cada momento vivido.


El asado más que una comida, un sentimiento que nos une.

martes, 25 de febrero de 2014

Vos lo sabías…

Asombro con aroma a almendras   
desdibuja los miedos.
Imposible, pensaba,
y me equivoqué.
Asombro áspero y suave a la vez
repiquetea en mis oídos
con música de “sí, puedo”.
Un mar tras los párpados
invita al naufragio pero,
el asombro me abraza,
me abriga y boga
hasta tu orilla.
El asombro me posee
y me eleva hasta el orgasmo.
Y tu sonrisa me empuja
juguetona, mientras
tus ojos me dicen

                             “Yo sabía que podías”.

Bajo Hondo en perspectiva

        Caminando por aquel pueblo que habité de pequeña, de un salto me trepé a mis recuerdos y, sin darme cuenta, fui niña nuevamente.
          

        Salgo de mi casa, como cada mañana, con el único objetivo de llegar al colegio. El camino es corto: una cuadra y ni siquiera media. Pero cuantas cosas pueden vivirse en ese trayecto.

        Al llegar a la esquina encuentro una moneda. Pienso en regresar y correr hasta el kiosco y peluquería de “Don Ciudad”. pero desisto de la idea. Doblo y cruzo la calle, a pesar de que la escuela esta en la misma manzana en la que vivo.   Pero, convenientemente, en frente está el negocio del abuelo que me ve entrar y rascando su cabeza pregunta:
¾ ¿Qué hacés que no estás en la escuela? ¾
¾ Abuelo, abuelito pasé a darte un beso. Además encontré una moneda y quiero una golosina ¾ le explico
Mirándome, frunce el ceño y me lanza su famoso    ¾ Me cache en Dié ¾ y sonríe ¾ ¿qué querés? ¾
¾ ¿Para que me alcanza? ¾
¾ Vos elegí ¾
¾ Bueno ¾ respondo entusiasmada
¾ Dame… un bocadito Holanda, una Tita, un chupetín con sorpresa, un paquetito de Manon de 4… ¾ Me callo cuando oigo las carcajadas del abuelo.
¾ ¿No te parece mucho? ¾ Me pregunta
¾ ¿Qué? ¿No me alcanza? ¾ le suelto con toda la inocencia de de mis seis años.
        Mirándome con ternura me da las galletitas y el bocadito y me dice ¾ Guardate la moneda, ahorrala ¾  Lo lleno de besos y me marcho contenta con mis tesoros.

        Frente a la casa de Rodríguez está parado el camión, me trepo al estribo para ver mejor ¡Buenísimo!. Sigo camino. Empujo la puerta de la mercería de Doña Pía.
¾ Hola Kuqui, ¿Cómo está la abuela? ¾ me dice
¾ Bien ¾ le respondo. (¿cómo va a estar?)
¾ ¿Necesitás algo? ¾ me pregunta la viejita
¾ Todavía no, pero más tarde sí. La abuela me está haciendo un vestido y necesita unos botones y un cierre y… yo pasé a ver si había. ¾
¾ Si, casualmente, tengo botones y cierres de todos los colores ¾ dice sonriendo
¾ ¡Ah! bueno, después le aviso a la abuela. Chau ¾

        Salgo haciendo sonar nuevamente la campanita de la puerta (que es la causante y el motivo de mis continuas visitas a la mercería). ¡Que paciencia doña Pía! Al salir, la veo a Marina en la vereda de enfrente. Cruzo la calle corriendo. Tropiezo. Casi me mato. Nos reímos a carcajadas hasta que oímos el llamado a clases. (Una campana que no nos gusta tanto cuando estamos entretenidas).

        Entramos a esa escuela enorme. Con ese gran patio. Nos formamos. Saludamos a la bandera e ingresamos a las aulas a aprender a leer, a escribir, a sumar,  a restar, y tantas otras cosas interesantes como compartir, debatir, discutir, defender lo que creemos justo, a equivocarnos, a perdonar, a hacer amigos… a vivir.

        Como en una película todo se desvanece. Tomo conciencia que estoy parada frente a la puerta de esa pequeña escuelita (¿Cómo haríamos para caber todos en ese patio tan chico?)


        Con el correr de los años se pierde la perspectiva de las cosas que hace mucho que no vemos. En especial del tamaño. Pero otras cosas nunca cambian. Hice, caminando lentamente, el añorado recorrido a ¾ esa ¾ que era mi casa, evocando cada momento vivido y recordando a aquellas personas tan queridas que hoy ya no están, pero que dejaron grabadas sus acciones en mi vida y, bajando la vista (como si Dios quisiera decirme algo), encontré una moneda en la esquina.