Llueven desilusiones del manzano,
las lágrimas penden de las temblorosas
pestañas de la luna.
El alarido que quiebra las paredes
abre un abismo en las miradas.
La araña teje una telaraña
entre su corazón y el mío.
La oscuridad puebla
el silencio. Un cuchillo
Se desploma sobre la tela,
destruyéndola. Nada nos une.
Me marcho sin mirar atrás
me alejo de ella, nada queda…
Sólo un rastro en la arena
y el recuerdo doloroso del parto…