jueves, 27 de febrero de 2014

Como el asado, la vida se cocina a fuego lento.

13 de octubre de 1972: Bajamos de la camioneta Chevrolet 34 en el campo, yo sostenía en mi mano un papel firmado por el municipio que declaraba “Permiso de cuatrerismo”. Mi abuelo escogió tres animales, el dueño estuvo de acuerdo, giré la cabeza cuando comenzaron la faena, no me agradaba ver cuando morían. Cuando volví a mirar ya los estaban cuereando. Al rato cargaron todo en la camioneta y volvimos al pueblo, de lejos vi el camión de mi papá. Pudo llegar. Ese día el asado tuvo otro sabor.

13 de octubre de 1974: No me gusta el lugar en que vivimos, aunque estoy haciendo amigos. Extraño mucho el pueblo. Con los abuelos fuimos a comer un asado a lo de mi papá, su esposa había hecho un postre tiramisú, estaba rico, el asado también.

13 de octubre de 1976: Fue un día extraño. Papi me regaló mi primer reloj. Comimos un asado sin los abuelos, a la noche sí cené con ellos. Creo que están peleados, ¡es una lástima! ya que es el primer año que está mi hermana entre nosotros. ¡Hubiera sido un gran asado!

13 de octubre de 1980: Cumplo 15. Papá y el tío Ernesto prepararon un asado para cien personas al mediodía. Estaban mis abuelos, mis hermanas... mi familia ¡Estuvo bárbaro! A la tarde llegó más gente y la fiesta continuó, pero nada superó al asado. ¡Brindo por eso! (Con gaseosa obvio).

13 de octubre de 1981: Papi estaba asando un matambre, se veía espectacular. De pronto una distracción y un perro arrasó con el delicioso corte de carne arrastrándolo por la calle y los terrenos baldíos. Con mis hermanas llorábamos, pero de risa, al ver a papá perseguir al ladino can, hasta que lo alcanzó y le sacó el matambre. No podíamos creer cuando dijo que pusiéramos la mesa porque íbamos a comer. Sí, lo comimos, luego que él lo lavara en el lavamanos de la cocina. Tenía algo de tierra, pero no importó. Fue un gran asado.

13 de octubre de 1982: ¡Un año terrible! Murió mi abuela, tuvimos una guerra, corta pero dolorosa. Comencé a estudiar en otro colegio y a trabajar en la Base Naval. Y hoy... hoy el asado fue re triste.

13 de octubre de 1986: ¡Un año totalmente desgraciado! Murió mi viejo, murió el abuelo. Estoy pasándolo sola, soñando con estar todos juntos comiendo un asado, pero no. Ya nunca más.

13 de octubre de 1989: Mi esposo me regaló mi primera bicicleta, se rió mucho cuando le pedí que me enseñe a andar, en este momento no puedo aprender. En un mes nacerá nuestro primer hijo y festejamos los dos solitos ¿el asado?, al horno porque no tenemos patio, sin embargo está tan rico.

13 de octubre de 1997: Es mi primer cumpleaños en la nueva casa, “nuestra casa”. Mi esposo y mi hijo están cocinando el asado. Mi pequeña y yo preparamos la ensalada y ponemos la mesa en el patio, “nuestro patio”. Es un asado con nuevos sabores, con nuevas esperanzas.

Así día a día voy cocinando mi vida, como el asado, lentamente al resplandor de la brasa, para que no se arrebate. Espero con ansias el futuro que me depara el destino, tal vez con buenos asados, o no...

Eso es lo maravilloso de la vida, al igual que con el asado hay que  paladear cada mordisco como si fuera el último, compartirlo con los que amamos y regarlo con el vino de la esperanza. ¿Esperanza en qué? Sencillamente en nuevos asados por venir, en el ritual de encender el fuego, comer una picada, tomar un buen vino, paladear cada momento vivido.


El asado más que una comida, un sentimiento que nos une.

2 comentarios:

María Emma dijo...

publicado en la antología Entrelazados de Editorial Dunken

Eliane dijo...

Que bello esto....me encantó leerlo! Encontré cosas afines a mi...lo del perro nos pasó con el ovejero que teníamos...se robo el vacio!!!jajaja
Y si, la vida es asi...altibajos constantes! Pero hay que recordar lo bueno siempre!
Besotes